viernes, 5 de diciembre de 2008


Bueno, ¿qué?, ¿a que parece fácil, eh?" En la entrada a meta de Cheste, completamente cruzado con su Mégane Coupé, Fernando Alonso sonríe a este periodista para intentar calmar su mezcla de diversión y nervios. Uno de sus pasatiempos cuando lleva a alguien es apartar la vista del asfalto, mirar con una sonrisa y preguntar cualquier cosa ("¿Qué tal?") antes de frenar el coche casi en el vértice. Más allá de la lógica. Fue el momento álgido de la clase maestra que dio a un grupo de periodistas y clientes gracias a la cerveza que le patrocina.
En su vuelta explica los secretos del circuito, especialmente la delicada penúltima curva: "Es en subida, una de las más rápidas, se coge mucho el bordillo y no se ve la salida en el monoplaza, es ciega". Fernando se calla y empieza a marcharse de un pelotón de Mégane con pilotos-monitores de gran nivel que pisan la tierra, y comienzan a moverse mientras vuelve a hablar: "En competición hay que ir al límite, pero no más porque entonces pierdes tiempo".

Dos horas antes Alonso dio una clase teórica salpicada de anécdotas: "Para montarse en el coche hay que entrar directamente en el habitáculo. Todo lo que sea la carrocería no se puede pisar porque se rompe, es muy frágil. Son láminas de carbono. Dentro se puede saltar, que no pasa nada, bueno, sin pasarse. Yo entro por el lado izquierdo y salgo por el otro. Una vez me cargué una pieza saliendo del coche. Cada vez que ponen un apéndice aerodinámico nuevo me bajo como siempre, lo piso y se acabó porque no hay nada más que probar, es experimental y no hay remedio. Alguna vez me he cargado un espejo, porque estorba cuando te bajas del coche". Las preguntas de esta Master Class giran en torno a si puede mirar los retrovisores en carrera: "Miro el espejo, un ojo delante, otro detrás y otro al volante (se ríe). Siempre miramos el tiempo que hacemos en el volante. Das la curva y ves cómo vas respecto a tu mejor tiempo. Y también sigo la carrera por las pantallas gigantes de televisión de los circuitos. Si vas solo a veces miras por curiosidad. Si para Kimi, lo ves por la pantalla y dices: ¡Vamos, que tengo dos o tres vueltas más de gasolina!".

Mientras para los mortales dar vueltas a un circuito en un Fórmula 3 es complicadísimo, para un piloto es lo más normal: "Tras probarlo diréis que es imposible mirar nada más que la pista, pero para nosotros es como para vosotros ir a la oficina. Nos sentamos allí, salimos, rodamos Miras a aquel, piensas en otra cosa A veces piensas cosas en el coche que no tienen ningún sentido, como dónde habré aparcado el coche de calle en el aeropuerto". ¿Y piensa en carrera en algún periodista?: "Muchas veces, si pasas a alguien piensas ¡a ver qué dicen ahora!".

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